La batalla por el salario emocional
Hace poco me tocó estar en una convención de una empresa hoy llamada “high-tech” en el nuevo, según dicen, Silicon Valley: Salt Lake City. La verdad que lo más cercano que yo había estado a la cultura de estas empresas era a través de películas o artículos interesantes que podía descubrir por ahí.
¿Qué encontré?
A la entrada, había un gran aro de basketball siendo usado en ese momento por trabajadores, ¡ése era el hall de recepción!
Un poco más allá, una cafetería chica, donde nos invitaron a servirnos el desayuno, llena de todo tipo de cereales, cafés, infusiones, gaseosas y donde, por supuesto, también compartíamos espacio con los equipos de trabajo que pasaban por ahí para luego continuar a sus escritorios. Ya para estas alturas yo estaba sorprendida, sin embargo, aún faltaba más por ver…
Continuamos a la sala de reunión e iniciamos las conversaciones de trabajo, cuando de repente pasa una persona a través del cristal (todo es espacio abierto separado sólo por vidrios), podías notar que se dirigía a una reunión, pero lo más sorprendente es que caminando a sus pies había un perro, ¡su perro! A la misma vez, otra persona caminaba hacia otro destino también con su perro, y cuando tomé conciencia de esta situación vi que muchos tenían a sus cuatro patas echados en sus camas a los pies de sus escritorios. Podría seguir contando experiencias de cómo los chicos respondían teléfonos subidos en la caminadora del gimnasio, o que podían traer a sus hijos al trabajo (con ciertas condiciones claro está), o los horarios flexibles, o que la gran preocupación relacionada a talento era cómo hacían para seguir otorgando mayores beneficios ya que, sobre todo en esa industria, retener talento experto en temas digitales se ha vuelto una feroz batalla, y según me dijeron, los ingenieros programadores ya no toman decisiones en base a sueldo, en base a bonos, en base a dinero. Hoy la guerra por retener talento se está dando en la capacidad de ofrecer, además de un salario económico, un gran salario emocional.
¿Qué es el salario emocional?
Los motivos por los que una persona puede preferir dedicarse a un empleo u otro pueden ser tan variados como personas hay en el mundo. No obstante, sí puede decirse que hay gran cantidad de elementos que tienen que ver con el ambiente laboral, que pueden afectar la motivación de los profesionales de una empresa.
Lo primero en lo que pensamos es, por supuesto, la remuneración salarial. Pero la realidad es que existen más aspectos a considerar a la hora de valorar un puesto de trabajo y que, para algunos, pueden hasta ser motivo de dejarlo o buscar otra alternativa. Esto es lo que se conoce como salario emocional.
Es, por ejemplo, la flexibilidad en horarios, la facilitación para conciliar vida profesional con personal, las medidas de motivación y, en resumen, todos esos aspectos no monetarios que afectan en la calidad de vida de los trabajadores. De hecho, hoy muchos profesionales afirman que el salario ya no es la recompensa principal que esperan de su lugar de trabajo.
Luego de ese día viviendo una cultura distinta y sorprendente me llevé varias reflexiones:
- Competir por los mejores trabajadores no sólo pasa por otorgar los salarios más altos del mercado, o por lo menos no es la única forma.
- Nuestra lealtad a la empresa está relacionada a la satisfacción y motivación que recibamos de nuestro trabajo.
- Las generaciones están cambiando y ya no sólo buscan incrementar su capacidad de consumo. Tener en cuenta los aspectos personales, familiares y profesionales más allá de aumento de sueldo se vuelve cada vez más importante.
- Brindar un mejor salario emocional no está necesariamente relacionado a grandes inversiones, pasa más porque las organizaciones estén atentos a las necesidades e intereses del equipo que la conforma.