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¿Cuándo celebramos?

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Hace algunos años un muy buen amigo con el que trabajamos juntos logró el ascenso que había estado esperando por mucho tiempo y claro, estuvo feliz.  Estuvo feliz por un corto, muy corto tiempo.  Luego, una sensación que ya conocía lo inundó, puso check al logro y se acabó su celebración, si es que en algún momento hubo una. Y salió corriendo para la siguiente meta en su checklist.

 

... Has logrado una venta increíble, un ascenso soñado, te sientes el rey -o la reina- del universo por… 5 minutos… Y luego empiezas a ver cómo un compañero tal vez no te miró muy bien, otro logró un ascenso en tu opinión más significativo que el tuyo, otro recibió unas felicitaciones y otro se compró una casa... , tu laptop dejó de funcionar, y así simplemente te mueves a la siguiente actividad y terminas preguntándote:

 

“¿Qué pasó?  ¿Por qué no estoy tan contento como esperaba?”

 

Sucede que la gran mayoría de nosotros cuando logramos grandes cosas, inconscientemente nos saboteamos y así saboteamos nuestra felicidad.  Existe la teoría del Problema del Límite Superior desarrollada por el sicólogo Gay Hendricks, autor de The Big Leap donde brillantemente explica esto y que acá comparto.

 

Cuando logramos un súper ascenso, una venta increíble, completamos nuestra primera maratón, bajamos 20kgs. o cualquier otra medida del éxito, luego de la corta felicidad viene inconscientemente un pensamiento de merecimiento, o en todo caso de desmerecimiento, haciendo que la felicidad se nos escape de las manos.  Lo que define esta teoría es que tenemos un “termostato interno” que determina cuánta felicidad o emociones agradables nos permitimos tener o sentir o a cuánto estamos acostumbrados.  Cuando experimentamos grandes incrementos de emoción, felicidad, alegría, llegamos a nuestro “Límite Superior”, y como cualquier termostato que se encarga de regular, es en ese momento que damos pase a pensamientos negativos con el objetivo de que nos regresen al nivel de felicidad –o infelicidad- al cual estamos acostumbrados o donde nos sentimos cómodos.

 

Por lo general intentamos de forma racional ponerle un nombre a estos pensamientos o sensaciones y entonces nos decimos que estamos siendo realistas, modestos o en el extremo humildes pero en realidad lo que hacemos es evitar el riesgo, tenemos miedo a sentirnos "demasiado contentos" y así saboteamos nuestra felicidad a largo plazo.

 

 ¿Te suena familiar algo de esto?

 

Aquí unas sugerencias sobre cómo ser más celebrativo con tus logros:

 

1.     Conoce tu zona cómoda de felicidad. 

Mira y reconoce el Límite Superior de TU termostato, cada uno de nuestros termostatos es distinto.  Identifica algunas señales que te puedan decir cuál es el tuyo.  Observa hacia atrás en tu vida, piensa en algunos momentos en los que hayas vivido esta sensación de éxito nublada luego con pensamientos negativos e identifícalos.  De esta forma, la próxima vez que te sientas el campeón del mundo estarás preparado y sabrás que estos pensamientos vienen a sabotearte.

 

2.     Empuja tus propios limites. 

Abraza los sentimientos de logro e intenta salir de todo juicio o análisis.  Identifica el momento en que empiezan a llegar los pensamientos negativos y reemplázalos por sentimientos de alegría.  Comparte tus logros con las personas que quieres y que te quieren y cuando te feliciten di algo como “Gracias. Realmente trabajé muy duro para esto” y trata de evitar apelar a la suerte, al tiempo o a cualquier otro factor externo que disminuya tu logro.  Lo lograste tú y punto.

 

3.    Expande tu zona cómoda.  

Ahora que conoces tu propio termostato intenta subir tu temperatura y sentirte cómodo en ella.  Vive tu felicidad abrazando tus éxitos y logros cuando lleguen.  El problema del Limite Superior del termostato sucede porque nuestros cerebros están hechos para evitar el riesgo.  Nuestro cerebro reptiliano (automático e inconciente) evita celebrar logros que considera riesgosos ya que pueden exponernos a cualquier tipo de fatalidad y esa es su función, es por eso que nos hace parar para hacer un chequeo de la realidad y pensar en todas esas posibles cosas que podrían salir mal.

 

¡Celebra, celebra y celebra!

 

Celebrar un logro, triunfo o éxito tiene un gran impacto en nuestra salud mental y emocional. En este sentido celebrar un logro no sólo nos puede impulsar a mayores acciones, sino que además refuerza el comportamiento, la estrategia y el mismo resultado al momento de repetir la acción.

 

¿Qué puedes celebrar hoy?  ¡Te invito a que lo hagas!

 

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